LXI
...Sería
el más inicuo de los críticos si me enfadara por una réplica, así fuera
la más imbécil. Yo dimensiono mis proyectiles con el mayor arte que
puedo y quedo en bancarrota seleccionando, para ese objetivo, los más
dispendiosos materiales. Uno de mis sueños es ser joyero de las
maldiciones. Pero yo no exijo que mis enemigos sean los lapidarios
orfebres que se pongan a competir conmigo. Cada uno hace lo que puede y
yo no tendría la poca gracia de impugnar la elección de un arma
defensiva, no importa a qué bribón, al que yo hubiera agredido. Si
persigo a un turón con una espada en la mano y él me combate con las
esencias de su trasero, está absolutamente en su derecho y no tendría
nada que
decir. Todo el mundo puede publicar que soy un bandido, un
falsificador, un descamisado, un proxeneta y hasta un idiota. Yo
recibiría esas advocaciones con una indiferencia de la que usted no
puede hacerse una idea exacta. No me pregunte por qué frente a la
violencia opongo un estado de ánimo tan insólito. Yo moriré,
ciertamente, sin haber entendido el significado de la palabra
reparación, en el sentido que los duelistas dan a entender...
LEÓN BLOY
El desesperado
La Pajarita de Papel ediciones