Julio Castro – la República Cultural.es
Cuando un director de teatro conoce su oficio, como es el caso de
Peter Brook, deja patente que tiene la capacidad de construir, no sólo
en sus propuestas escénicas, sino también en sus textos y, seguramente,
en todo lo que elabora.
Quiero decir que, cuando leemos un texto de Brook como el que ahora
traduce al castellano Diana I. Luque, y publica La Pajarita de Papel, el
autor otorga al lector la capacidad de cobrar consciencia de la manera
en que edifica su manuscrito, sin necesidad de complejidades ni
artimañas literarias. De esta manera, tanto quien escribe como quien lee
gozarán de la posibilidad de divertirse en el recorrido, a la vez que
se perciben los precisos y numerosos matices de un Shakespeare que, así,
vuelve a convertirse cercano al público, que tendrá la posibilidad de
ver o constatar aquello que tant@s director@s no han sido capaces de
transmitir, porque lo entendían de otra manera, o por condicionantes
varios que no permiten abrir el teatro y al autor hacia el público, a la
vez que la mente del público acaba por fluir hacia el autor, la obra y
las elecciones hechas parar su puesta en pie.
Dice Brook al comienzo de su texto La astucia del aburrimiento “Para
que algo de calidad tenga lugar es necesario crear un espacio vacío. Un
espacio vacío posibilita que un nuevo fenómeno advenga a la vida.
Porque todo lo que tenga que ver con contenidos, significados,
expresión, lenguaje y música, puede existir sólo si la experiencia es
fresca y nueva. Sin embargo, ninguna experiencia fresca y nueva es
posible si no hay un espacio puro y virgen listo para recibirla”. (La puerta abierta. La astucia del aburrimiento). Ir al articúlo