domingo, 18 de julio de 2021

 

Breviario

    Es importante admitir que las acciones sean, como la peste, un delirio, y que sean comunicativas. Una verdadera obra de teatro trastorna el reposo de los sentidos, libera el inconsciente reprmido donde habitan nuestras correspondencias secretas con la gran naturaleza. No es nuestra única libido que llena nuestro inconsciente, y tampoco es esa parte oculta pero natural de nuestra vida la que debe alimentar el verdadero arte del teatro. El verdadero arte del teatro nos empuja a una suerte de sublevación virtual que no puedelograr sus objetivos si pierde su virtud. ¿Por qué? Porque el arte del teatro impone a las comunidades reunidas una actitud heroica y difícil.
    Hay que vincular nuevamente el arte del teatro con lo que ha roto, con el compromiso, con la eficacia perniciosa e inmediata y, para decirlo todo, con el peligro, con la crueldad, con aquello que nos devolverá a todos un eqivalente natural y mágico de los dogmas en los cuales ya no creemos.
 
ANTONIN ARTAUD
El teatro de la crueldad
La Pajarita de Papel ediciones

miércoles, 7 de julio de 2021

 

El reloj de arena

Hasta hace poco, había que enseñar al actor shakesperiano las reglas del verso -las diez sílabas, las posibles divisiones en cinco más cinco, las pausas al final de cada verso, etcétera- antes de hacerle entrar en contacto con la fuente de inspiración del escritor y, más aún, con la forma, la estructura y el ritmo del propio pensamiento. Pues el verdadero pensamiento contiene una música en su discurrir.
Shakespeare, en la ferviente urgencia por hallar palabras para el tumulto informe contenido  en su interior, nunca contó del uno al diez. Era una parte intrínseca de su conciencia y, por ello, en su escritura madura, cuando la presión del sentimiento era más fuerte que la corrección, quebrantó sus propias reglas.
Cuandoe escribió para Lear "Nunca... nunca... nunca... nunca... nunca...", ¿se percataría de -y le sirve de algo al actors saber- que estas cinco palabras forman un pentámetro perfecto? Si el actor prestase atención al ritmo, el resultado sería inexpresivo y sin vida. Cuando las decía un gran actor como Paul Scofield, la música era distinta en todas y cada una de las representaciones. No podía ser de otro modo. Scofield no estaba pensando: "¿Cómo puedo renovar  esta parte esta noche? ¿Cómo la digo de manera diferente? No tenía alternativa. Llegaba a este instante del quinto acto con toda una intensa sucesión de acontecimientos palpitando en su interior. Entonces las palabras surgían forsozamente con los meros ritmos procedentes de la experiencia de aquella tarde. Por ello, el ensayo, escuchar a los otros, acercarse cada vez más al compañero, la improvisación y, por último, la presencia de un público, son, todas ellas herramientas para agudizar la sensibilidad innata del actor. Es método sin método.
 
PETER BROOK
La calidad de la misericordia
La Pajarita de Papel ediciones