Épico quiere decir emoción de las luchas humanas, pero de las luchas iluminadas por la luz de una aspiración o de un ideal, que podrá ser el pueblo mismo o la misma fe religiosa, u otros semejantes, y por tanto con la antítesis de amigos y enemigos, de héroes por una parte y por otra, los unos de la parte que merece la victoria final, como protegida de Dios o de la justicia, y los otros de la parte que habrá de ser derrotada, subyugada o destruida.
Ahora bien, Shakespeare, no es hombre de partido, no se inflama por una u otra bandería política o religiosa, no es poeta de ideales determinados, siempre va más allá, al ser humano universal, al problema cósmico.
Muchos investigadores, a decir verdad, se han esforzado en extraer de su obra los ideales que habría cultivado, acerca del rey perfecto, acerca de la independencia y la grandeza de Inglaterra, acerca de las clases sociales, la aristocracia; según esos investigadores, el auténtico sostén y esplendor de la patria.
Y han encontrado su Aquiles en el príncipe Enrique convertido en el rey Enrique V, que, consciente de sus nuevos deberes, se aparta, firme y resuelto de Falstaff; y son sus paladines los grandes representantes de la aristocracia inglesa, y por reflejo, la aristocracia romana; y, contrariamente, la clase por él despreciada o tenida por sospechosa en los plebeyos o aldeanos de todos los tiempos.
Pero si el ideal épico hubiese tenido verdadera consistencia y fuerza en el espíritu de Shakespeare, no se precisaría tanta diligencia de los investigadores para ponerlo de manifiesto.
Por otra parte, es evidente que Shakespeare en Enrique VI, al comentar las luchas de los ingleses contra los franceses y la batalla de Anzincourt, se atenía simplemente al modo de sentir popular y tradicional en Inglaterra, pero no ponía en ello su interés espiritual, ni recibía el impulso interior que habría de llevarle a idear sus dramas ingleses y romanos.
Tampoco es válida la opinión de que, con estos dramas, Shakespeare haya dado ejemplo y abierto el camino a lo que después hubo de llamarse el drama y la novela históricos; finalidad para la cual habría sido menester no solo un cierto ideal político, social y religiosos, sino también la reflexión histórica, el sentido de lo que distingue y da carácter a las edades pretéritas con respecto a la actual, y la nostalgia del pasado, que a Shakespeare, como en general al Renacimiento inglés, le faltó en absoluto.
BENEDETTO CROCE
Shakespeare
La Pajarita de Papel ediciones