domingo, 30 de mayo de 2021

 

El puente

   Lo que los teatro naturalistas e impresionistas trataron de dar a los espectadores, se hizo realidad por el llamado "teatro mecánico". Mientras el director naturalista, en su búsqueda de "la verdad" en escena, tropezaba con obstáculos técnicos insalvables o con costos muy elevados; mientras el escenógrafo más cuidadoso y detallista, quiéralo o no, continuaba conservando sus condicionantes, el cine pudo reconstruir en la pantalla los acontecimientos que quiso: trenes en movimiento, inundaciones, batallas, calles con tráfico y bullicio. De esa manera el llamado"teatro mecánico" pudo satisfacer mejor que nadie la sed de realismo, que en palabras de Zola: "Martiriza al europeo contemporáneo".
   Es necesario decir, ahora, que en el arte del teatro otros intentos no se quedan atrás; me refiero a la tendencia a desplegar un "puente" entre el espectáculo y el público, en el caso en que ambos estén colocados uno frente a otro, y estén "separados" por un telón o por el proscenio del escenario.
   En primer lugar está el desplegar un "puente", en su sentido literal, como la materialización de la idea fundamental de la tendencia: atar, enlazar, unir lo separado, conectar lo desconectado, etc.
   Desde tiempos remotos, existe un "puente" análogo en el teatro Kabuki, también llamado en japonés "sendero de las flores" o "sendero de los regalos", puesto que a lo largo de este "puente" tendido desde el escenario a través de la sala, los espectadores repartían regalos a los actores más admirados.
   En el teatro Kbuki, el actor lleva el primer plano de su rostro a una manifiesta cercanía con los espectadores, compartiendo al mismo tiempo lo más profundo de sus emociones. El proscenio, espacialmente, se asemeja a un "sendero de las flores" cercenado.

SERGUÉI EISENSTEIN
La puesta en escena
La Pajarita de Papel ediciones